Los seres vivos prestamos atención a aquello que está al alcance de nuestros sentidos. En este línea, existe abundante bibliografía que pone de manifestó la relación existente entre la atención que ponemos las personas y la mirada.
En función del registro de imágenes que hace la cornea, el sistema visual humano cuenta con tres niveles de percepción visual::
- la visión foveal es aquella que se registra de forma más nítida, y la que llega de los elementos a los que hemos prestado atención de forma más consciente, es la que usamos para la lectura, la conducción, y todas aquellas actividades en las que precisamos gran nitidez;
- la visión parafoveal es la que se registra en la zona que hay alrededor de la fóvea, y tiene menor nitidez que la anterior;
- en tercer lugar, la visión periférica es la que registra las imágenes que llegan a la zona más alejada de la fóvea, esta visión tiene menos resolución.
Cuando interactuamos con una interfaz realizamos continuamente movimientos con los ojos, se trata de movimientos muy rápidos (hasta 500 movimientos por segundo) que se dan cuando cambiamos el foco de atención y se denominan “sacadas” (saccades en inglés), por otra parte cuando mantenemos la mirada fija en un lugar durante varios milisegundos se produce una “fijación”. Es así como en términos mecánicos podemos describir el proceso fisiológico de la observación visual como una alternancia contínua entre fijaciones y sacadas.
En la actualidad existe tecnología que permite registrar las fijaciones y sacadas del ojo humano, se trata del eye tracker. Este dispositivo detecta, sigue y graba los movimientos que realizamos con los ojos, la duración de la mirada y la dilatación de la pupila, medidas que podemos relacionar con la atención, por lo que lo hace una herramienta de gran utilidad para estudios de lectura, de comportamiento y de interacción entre las personas y las interfaces, entre otras cosas.
Para realizar este seguimiento ocular, los eye tracker actuales funcionan de forma remota, es decir, sin intervenir de forma intensiva en los ojos de las personas. La técnica más común hoy en día se conoce como Pupil Centre Corneal Reflection (PCCR); para aplicarla, el eye tracker incorpora un luz infrarroja y una cámara de vídeo. Cuando está activado, el dispositivo ilumina al usuario con dos proyecciones de rayos infrarrojos que generan un reflejo en las córneas de los ojos, concretamente en la fóvea, que es una pequeña zona de la retina donde registramos la visión más nítida. Una cámara de vídeo integrada en el equipo de eye tracker recoge esos reflejos junto con la posición del usuario y, mediante procesamiento digital de la imagen, se extrae la ubicación de las pupilas en un ratio de 50 Hz o superior. Hecho esto, la posición de las pupilas se mapea con la ubicación de la mirada en la pantalla, y de esta forma se puede saber dónde tiene la persona puesta su atención en cada momento de la grabación.
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