Estas últimas semanas estoy viviendo nuevas experiencias y reflexiono sobre esto, y llego a la conclusión de la experiencia lo es todo. Me refiero a ese poso que queda después de realizar cualquier acción, a lo que queda en la mente después de cualquier acto, sea cual sea, ahi queda una experiencia, más vital o más superficial, pero es una vivencia.
En pocas semanas he recorrido distintos hospitales y cada movimiento ha supuesto una experiencia. En tré en un centro de salud de barrio en Ciutadella donde la doctora se iluminó y vio más allá de lo que podía ver, me llevaron a una clínica privada para hacer un scanner y ver lo que se vio, fue el pistoletazo de salida de esta carrera que ahora corro en spring. De ahí una ambulancia me llevó a Mahón y subí a una avioneta privada medicalizada, volé a Palma a Ses Espases, de ahí un Vueling al Prat, ingresé en el Hospital de Sant Pau y ya no sé dónde estoy, a ratos en Sant Pau y a ratos en casa, con la mente ida y citas médicas en la agenda. Un día oncólogo, otro neurocirujano, vías en mis venas, tacs y scanners, radioterapia, casco a medida, no mover la cabeza para que haya precisión en la radiacción. Aniquilar el tumor sin tocar células buenas, sólo lo malo debe quemarse, si no me quedo tetrapléjica y sería un tiro por la culata.
Todo esto son experiencias, cuesta diferenciar los actos en sí de las emociones y sentimientos porque la experiencia es una capa que rodea las acciones, como si fuera una medusa gelatinosa transparente que encierra las acciones. Así de raro describo la experiencia, así de gelatinoso y onírico lo encuentro. Será efecto de la medicación paraevitar epilepsias, o de haber leído a Murakami más de lo que sería recomendable, pero me gusta.
Todo es la experiencia, lo que queda por encima de los hechos. Esa medusa gelatinosa que envuelve los actos y flota sin rumbo guiada por el azar de la corriente de agua.
Todo lo es la experiencia, da igual los actos.